Un mundo de expresión es su mirada.
Y un lenguaje, su cola en movimiento.
Su lamido es un beso al sentimiento.
Y con él, la familia es prolongada
Al escuchar del amo una llamada,
es el eco, su ser, en cumplimiento.
Y al despertar un hueso su contento,
su inefable humildad se ve pintada.
Compañero de amor en la tristeza.
Resignado guardián en el encierro.
Y lealtad, de la cola a la cabeza.
En consecuencia, se comete un yerro
(hiriendo al animal en su nobleza)
cuando al villano se lo llama perro.
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